En Homenaje a Chulo

La historia de un podenco campanero que actuó como lo podría haber hecho cualquier otro.

 

Nació en agosto de 2001, a los veinte días ya se le notaba la chulería con la que andaba, diferenciándose por su desparpajo del resto de la camada, se gano su nombre por el calificativo que le hacia destacar sobre sus hermanos el más Chulo.

 

En las cacerías siempre destacando por ir delante y querer ser siempre el primero en explorar la sierra de arriba abajo, en los agarres valiente rápido y cauteloso por la experiencia sufrida en sus primeros años que había sido rajado en varias ocasiones por algún jabalí.

 

La tragedia llegó el día 12 de enero de 2007 en la finca Sardinas de Andujar. Cazando en montería, sobre las una del medio día oí una ladra que se me acercaba pero no podía ver de lo que se trataba por estar detrás de un viso que tenía muy cerca al momento vi como un gran venado se me hecha encima sin tener ni árboles ni matorral donde cobijarme de la embestida del cérvido, que probablemente venia herido y arremetía con todo lo que se ponía a su alcance, mi suerte fue que mi perro Chulo se puso delante y se lanzó sobre el venado agarrandolo del cuello, así lo freno y no llego a mi, el ciervo a su vez dio con su gran cornamenta un fuerte trompazo al perro agarrado sobre el suelo, en ese momento el perro desprendió un quejido pero no soltó hasta que llegaron los demás perros y lo sujetaron entre todos. El nunca entraba de frente a ningún agarre por que sabia por experiencia el peligro a que se enfrentaba pero el animal vio que era la única forma de quitármelo de encima. Trascurría la cacería y no veía el perro, pregunte a los rehaleros que me acompañaban y nadie lo vio, yo solo pensaba lo peor, porque este perro jamás se había perdido. Cual fue mi alegría cuando llegué al coche y se encontraba dentro del remolque lo abrace diciendo gracia a Dios no te ha pasado nada, poco después vi que tenía una cornada en el costillar pero no sangraba. Veterinarios, radiografías y cirugía, todos los cuidados fueron pocos para salvarlo. Entrego su vida para salvar la mia.

 

Ahora solo queda su descendencia y la escuela que dio a los más jóvenes que tanto han aprendido imitando sus formas de cazar y su nobleza.

 

Adiós compañero, adiós amigo que diste tu vida por salvar la mia.